1. Cuesta del Obispo y los Valles Calchaquíes
La Ruta hacia la Cuesta del Obispo
Conducir por la Cuesta del Obispo es una experiencia que combina aventura y asombro. Esta carretera, que conecta Salta con los Valles Calchaquíes, es famosa por sus curvas cerradas y ascensos pronunciados, pero también por los paisajes que parecen sacados de un cuadro. A lo largo del trayecto, los cerros cambian de color con la luz del día, mientras el aire fresco y puro te acompaña.
Una parada imprescindible es el Mirador de la Piedra del Molino, ubicado a 3.348 metros sobre el nivel del mar. Desde aquí, las vistas panorámicas de los valles y montañas son simplemente espectaculares. Otro punto destacado es el Parque Nacional Los Cardones, donde los cactus gigantes se extienden hasta donde alcanza la vista, creando un paisaje único e inolvidable.
Qué Ver en los Valles Calchaquíes
Al final de la Cuesta del Obispo, los Valles Calchaquíes te reciben con pueblos que parecen congelados en el tiempo, donde la tranquilidad y la hospitalidad de los locales son el mayor atractivo.
- Cachi: Este encantador pueblo colonial, con calles adoquinadas y casas blancas, es ideal para caminar y descubrir su historia. La iglesia de San José, construida en el siglo XVIII, es uno de los puntos más icónicos. Aquí, el ritmo de vida pausado te invita a relajarte y disfrutar de la atmósfera mágica del lugar.
- Molinos: Con su arquitectura colonial bien conservada, Molinos es otro tesoro de los Valles Calchaquíes. Una visita al Museo de la Hacienda de Molinos te permite conocer la historia de la región, mientras que el entorno natural es perfecto para quienes buscan desconectar de la rutina.
Durante el recorrido, la calma y autenticidad de estos pueblos son realmente cautivadoras. Detenerse en un pequeño mercado en Cachi para probar empanadas recién hechas es una experiencia que conecta con lo más auténtico de la región. En Molinos, las calles silenciosas y la amabilidad de sus habitantes te transportan a un lugar donde el tiempo parece detenerse, mientras el paisaje circundante complementa la sensación de paz y asombro.
2. Quebrada de Humahuaca y Purmamarca
Desde Salta hasta Purmamarca
Aunque la Quebrada de Humahuaca se encuentra en la provincia de Jujuy, su proximidad a Salta la convierte en un destino imperdible para quienes vacacionan en la región. El trayecto desde Salta hasta Purmamarca, puerta de entrada a la Quebrada, es de aproximadamente 3 horas en auto por la Ruta Nacional 9.
Aunque es un recorrido largo, las excelentes condiciones de la carretera y los paisajes cambiantes lo convierten en una experiencia memorable. La ruta serpentea entre montañas y pequeños pueblos, revelando un adelanto de la riqueza cultural y natural que encontrarás en el destino.
La Quebrada de Humahuaca, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es famosa por sus formaciones rocosas de colores vibrantes, resultado de millones de años de sedimentación. Este espectáculo natural, que se extiende por más de 150 kilómetros, combina paisajes de una belleza única con una profunda conexión histórica y cultural.
Paradas Imprescindibles
- Cerro de los Siete Colores:
Al llegar a Purmamarca, el Cerro de los Siete Colores se alza como el protagonista indiscutible. Esta formación rocosa, con su paleta de colores naturales, es mejor apreciada temprano en la mañana o al atardecer, cuando la luz resalta sus tonos únicos. Una caminata corta alrededor del cerro te permitirá disfrutar de diferentes perspectivas y capturar fotografías que inmortalicen su belleza incomparable. - Mercados de Artesanías y Cultura Local:
En el centro de Purmamarca, encontrarás un mercado artesanal que refleja la rica cultura del norte argentino. Los puestos ofrecen tejidos tradicionales, cerámicas, joyería y una variedad de productos hechos a mano. Además de adquirir recuerdos únicos, caminar por este mercado es una oportunidad para interactuar con los artesanos locales y aprender sobre sus tradiciones.
Visitar Purmamarca es más que un simple recorrido turístico; es una inmersión en la esencia de la cultura andina. Aunque técnicamente no pertenece a Salta, su cercanía lo convierte en una extensión natural de cualquier itinerario en la región. Los colores, la calidez de la gente y la tranquilidad del pueblo lo convierten en una parada obligatoria para complementar tu experiencia en el norte argentino.